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Monólogo algebraico

Ya sé que yo por mi misma conformo un conjunto, ya lo sé. Todo ese rollo de la autoestima y de aprender a vivir sola. Pero lo cierto es que me gustaría encontrar un elemento que fuera mi complementario en el nosotros. Alguien con quien poder al menos definir una operación interna. Así se podría distinguir de mis ocasionales operaciones externas. Comenzaríamos una apasionada relación binaria, antireflexiva y circular, y entre conexión y conexión, podríamos empezar estudiarnos y conocernos mejor. Nuestras congruencias e ideales, nuestras particiones más íntimas y personales. Disfrutaríamos con nuestros momentos de unión y de intersección, por supuesto bajo las leyes de Morgan. Claro que no quiero un elemento neutro, eso no me resolvería gran cosa. Tampoco mi simétrico pues andaríamos todo el tiempo anulándonos mutuamente. No, yo quiero un elemento regular, linealmente independiente que me abra a nuevas direcciones y dimensiones. Paseando por las calles, ya no sería sólo un elemento más, anónimo en el gran espacio muestral de la ciudad, sino un subconjunto con todas las de la ley de composición interna. En el día a día seríamos asociativos, un semigrupo de lo más divertido. Por la noche … seríamos más que conmutativos, seríamos doblemente distributivos, todo un anillo abeliano. Y quien sabe si con el tiempo nos convertiríamos en un sistema de generadores. Nuestro conjunto crecería y estableceríamos una relación de equivalencia: la familia. Y… ¡Dios mío, no! Todos seríamos linealmente dependientes y yo sería la gran matriz omnipotente que repartiría coordenadas en el desayuno para situar a cada uno en su lugar. Tendería a diagonalizarme para ser más fácil de determinar, evitando transposiciones innecesarias. Empezarían los epimorfismos por el día y los monomorfismos por la noche. El conjunto vacío haría su aparición en las interminables tardes de domingo cuando descubriese que no había disfrutado del fin de semana y que el periodo de la rutina es inmutable. Ya no tendría esos tangenciales contactos con elementos externos tan necesarios para alimentar el épsilon de mi entorno más íntimo y profundo. Ni sorpresas hiperbólicas ni aventuras impropias. Se acabaron mis noches de muestreo y mis colecciones asintóticas… En fin, que tras esta reflexión y por reducción al absurdo, queda entonces demostrado que no está tan mal lo “ser sóla” como me dijo aquel frutero. Así que seguiré bailando en la inmensa cuadrícula de la vida mientras me aferro a mi frontera confiando que algún día la topología fuzzy o la hipótesis del continuo sean capaces de dar salida a mis inexorables contradicciones paradójicas.

Irene Tuset Relaño

SIC epsilones

Algunos grandes enigmas de la humanidad…

He aquí algunas interrogantes:

  1. ¿Por qué los filmes de batallas espaciales tienen explosiones tan ruidosas, si el sonido no se propaga en el vacío?
  2. ¿Si los hombres son todos iguales, por qué las mujeres eligen tanto?
  3. ¿Cómo se escribe el cero en números romanos?
  4. ¿Por qué las lunas de otros planetas tienen nombre, pero la nuestra se llama Luna?
  5. ¿Por qué cuando alguien llama por teléfono a un número equivocado nunca está ocupado?
  6. ¿Por qué las personas aprietan el control remoto con más fuerza, cuando se está quedando sin BATERÍAS?
  7. ¿El instituto que emite los certificados de calidad ISO 9000 tiene calidad certificada por quién? (*)
  8. ¿Por qué cuando aparece en el ordenador la frase «Teclado No Instalado», al mismo tiempo se solicita que apriete cualquier tecla?
  9. ¿Si después de ducharnos estamos limpios, por qué lavamos la toalla?

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De la colección de grandes enigmas remitida por Cristina (4-3-2003) he seleccionado aquellos de mayor calado científico.

(*) Según José Antonio (17-10-2003), el instituto que emite los certificados de calidad ISO 9000 tiene calidad certificada por la ENAC (Entidad Nacional de Acreditación).

SIC epsilones